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transeunte

Sharbat Gula

Una mirada que no deja indiferente, las miradas se expresan mejor que las palabras, y ésta delata una perfecta mezcla entre odio y miedo, un fiel reflejo del sentimiento de los afganos tras los bombardeos de la Unión Soviética. Ella tuvo la irónica suerte de no morir, pero arrebataron su familia, quedó sola y le enviaron a un campo de refugiados en Pakistán, seguramente allí ya no llevó su sonrisa.

Siento afecto, nació el mismo año que yo, con unos ojos mucho más bonitos, pero en un lugar mucho más castigado. Ahora vuelven las bombas a caer sobre el Líbano, ¿acaso quieren abolir las sonrisas de los niños?  ¿Quieren quizás inyectarles odio y miedo para el resto de sus vidas? Una guerra no sólo mata personas, destroza de manera irreparable a los que quedan vivos. Seguramente sin el azote de la guerra veriamos esos preciosos ojos adornados con una sonrisa.

 

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